Jean Louis Alibert (1768-1837)
Jean Louis Alibert nació en el pequeño pueblo del suroeste francés de Villefranche de Rouergue, el 2 de mayo de 1768. Hijo de Pierre Alibert, consejero del "présidial de Villefranche", y de Claudine Alric.
Realizó los primeros estudios en las escuelas de los Padres de la doctrina cristiana; su vocación se inclinaba hacia el sacerdocio, pero en 1792 el movimiento revolucionario suprimió todas las órdenes y congregaciones religiosas. Lo mismo sucedió con las instituciones y corporaciones docentes, incluidas la Facultad de medicina y la Academia de cirugía.
Alibert decidió dedicarse a la enseñanza. Fue enviado a París en 1795 para ingresar en la Escuela normal que se abrió el 20 de enero de 1795, pero ésta se disolvió el 19 de mayo siguiente. Alibert frecuentaba las tertulias de Anne-Catherine de Ligniville, Madame Helvétius (1722-1800), por donde pasaron Buffon, Condillac, Diderot, Lavoisier, Cuvier, Condorcet, entre otros. Allí entró en contacto con Pierre J.G. Cabanis y con Pierre Roussel, ambos con mucha influencia política. Parece que le empujaron a estudiar medicina a la vez que le introdujeron en la filosofía de Condillac.
En 1796 ingresó en la nueva École de Santé, reformulación de la vieja facultad, en la que la revolución introdujo importantes cambios. Uno de ellos fue la unificación de la medicina y la cirugía. Otra fue la creación de hospitales especializados; por primera vez se dispuso de personal médico cualificado para dedicarse a determinadas disciplinas tanto en la asistencia, como en la enseñanza y la investigación. En este sentido el hospital en Francia se convertiría en la fortaleza principal de la docencia. Otra característica fue la inclusión de nuevas materias en el curriculum como la historia natural, la química, la física y la farmacia, ciencias básicas que Alibert denominó "ciencias accesorias de la medicina". Fue en este ambiente en el que se formó Alibert. En su etapa de estudiante fue uno de los fundadores y secretario general de la Societé médicale d'émulation, en cuyas memorias publicó varios trabajos.
En 1800 leyó su tesis Dissertation sur les fièvres pernicieuses ou ataxiques intermittentes. La preparó en el departamento que dirigía Philippe Pinel (1745-1826). Se considera a éste como el eslabón entre la medicina del periodo ilustrado y la escuela anatomoclínica. Fue la cabeza de los médicos que eran conscientes de estar inaugurando una nueva etapa de la medicina. Aunque habitualmente se le recuerda como uno de los iniciadores de la psiquiatría como especialidad, no menos interesantes fueron sus contribuciones como patólogo, clínico y terapeuta. En esta última rama, por ejemplo, Pinel se mostró contrario a la polifarmacia, puso de manifiesto el peligro de ciertas "medicaciones heroicas" y fue un escéptico convencido, pero sin inclinarse a favor o en contra del empirismo o racionalimso. Practicó la expectación terapéutica.
En 1801 el Hospital de San Luis, que en principio era una institución para pobres, se convirtió en un establecimiento para enfermos crónicos y de enfermedades contagiosas, especialmente las de la piel. Abundaban los enfermos de úlceras, escorbuto, escrófulas y lepra. Fue a partir del comienzo de siglo que la dermatología y la venereología pasaron a ser especialidades. Uno de los motivos que más influyó fue precisamente la creación de los hospitales especializados. El de Saint Louis tenía doscientos años de vida, pero fue en 1801 cuando sufrió el cambio radical. Alibert ingresó como médico adjunto ese mismo año, por sus méritos y quizás por la influencia de Cabanis y Michel Auguste Thouret (1748-1810). En 1807 llegó a ser jefe médico del mismo y creó una clínica especial para las enfermedades de la piel. Supo ver las posibilidades de la institución y desarrollarlas. Llegó a decir: "He entrado en una profesión que está casi desierta, donde muy pocos hombres han penetrado antes que yo, donde todo es un problema a considerar con ahinco. Yo mismo me he trazado la senda que sigo. Que cada cual juzgue los numerosos obstáculos sobre los que tengo que triunfar". Saint Louis se convirtió pronto en el centro mundial de la dermatología. Aunque según algunos como Ackerknecht, señalan que fue un teórico mediocre, su disnamismo y capacidad docente fueron reconocidos por la gran cantidad de estudiantes y clínicos consagrados que acudían a sus clases. Allí tuvo tiempo de estudiar con minuciosidad las enfermedades que afectaban a la piel, enseñar sobre ellas y publicar, por lo que se le ha considerado como "padre de la dermatología" en Francia. Su enseñanza clínica fue una de las más populares de París. Su fama como docente creció; era muy teatral. Acudía tanta gente a sus clases que se veía obligado a salir del anfiteatro para impartir sus lecciones en los jardines, bajo los árboles. Uno de sus estudiantes, Oliver Wendell Holmes, decía que el jovial anciano preguntaba cuando estaban en el patio del Hospital de Saint Louis: "Enfants de la méthode naturelle, êtes-vous tous ici?"
Una de sus obras más importantes fue Description des maladies de la peau observées à l'Hôpital Saint-Louis (1806-1814), que contienen espléndidos grabados a color. Invirtió muchos años en concluir la obra. La inclusión de imágenes fue fundamental. Llama la atención que éstas no sólo reflejan la lesión, sino el enfermo con su expresión y sus vestidos. En 1818 y en 1822 se publicaron dos ediciones sin las imágenes.
ou les Maladies du corps humain distribuées par familles,
Paris, Caille et Ravier, 1817.
Alibert ofreció la primera descripción del pian, micosis que después denominó micosis fungoide. En 1810 escribió sobre la "quelloides" (queloides de Alibert). También describió la sifílide, la dermatosis y la dermatolisis.
En 1832 publicó su Monographie des dermatoses, que incluye una lista de sus discípulos, y en 1833 Clinique de l'Hôpital Saint Louis ou Traitement complet des Maladies de la Peau, también con láminas, que se tradujo al alemán y al italiano. Ilustró su clasificación con el diagrama de un árbol: el árbol de las dermatosis. El tronco era la piel, las ramas las enfermedades y los vástagos las clases. Había doce ramas que representaban doce grupos de enfermedades:
Dermatosis eccematosas: erythema, erysipelas, pemphigus, zoster, etc.
Dermatosis exantematosas: variola, vaccinia, varicella, roseola, rubeola, scarlatina, miliaria
Dermatosis tiñosas: achore, porrigne, favus, trichoma
Dermatosuis dartrosas: herpese, varus, melitagra, esthiomene
Dermatosis cancerosas: carcinoma, keloid
Dermatosis leprosas: leuce, spiloplaxis, elephantiasis, redesyge
Dermatosis verolosas: syphilis, mycosis
Dermatosis estrumosas: scrofula, malleus
Dermatosis escabiosas: scabies, prurigo
Dermatosis hematosas: peliosis, petechiae
Dermatosis discromatosas: pannus, achroma
Dermatosis heteromorfas: ichthyosis, tylosis, verruca, onychosis, dermatolysis, nevus, aphtae
El árbol de las dermatosis, de Alibert. Frontispicio de Clinique de l'Hôpital
Saint Louis ou Traitement complet des Maladies de la Peau (1833).
Llevó la clasificación demasiado lejos. Creó nombres nuevos y contribuyó a aumentar la confusión. No había detalles descriptivos. Para él fue una gran decepción que su discípulo L.T. Biett (1781-1840), de origen suizo, sustituyera su clasificación por la de R. Willan. La escuela de Robert Willan (1757-1812) estuvo enfrentada en un principio a la de Alibert. Willan, nacido en el condado de York, estudió en Edimburgo. Fue médico del Public Dispensary de Carey Street, en Londres. Acabó dedicándose a la dermatología. En 1789 presentó una clasificación a la Medical Society, que le concedió la medalla de oro. Escribió On Cutaneous Diseases que publicó en varias partes: en 1798, 1801, 1805 y 1808. No llegó a concluirla. Acompaño el texto de ilustraciones coloreadas que fueron grabadas en planchas de cobre. Su clasificación también era al modo botánico. Reconoció ocho órdenes: Papulae, Synamae, Exanthemata, Bullae, Pustulae, Vesiculae, Tubercula y Macuale. Esta clasificación era similar a la de Plenk, aunque más descriptiva.
Alibert ambién escribió sobre la nosología de las enfermedades humanas (1817) y la fisiología de las pasiones (1825), que fue traducida al castellano.
Tras el regreso de la monarquía, Alibert fue médico de Luis XVIII. La precaria salud del monarca obligó a Alibert a abandonar la enseñanza y su trabajo en Saint Louis. En 1816 fue inspector jefe de las aguas de Enghien-les-Bains. En 1820 fue uno de los fundadores de la Académie Royale de Médecine. En 1821 fue nombrado profesor de botánica en la Facultad de medicina de París en sustitución L.C.M. Richard, pero no llegó a impartir el curso ya que la Facultad fue cerrada. En 1823 fue nombrado profesor de la primera cátedra de terapéutica y materia médica. El mismo año fue officer de la Légion d'Honneur. En 1824 fue nombrado médico ordinario de Carlos X. En 1827 recibió el título de barón.
En 1804 Alibert había publicado los Élements de Thérapeutique o, como señala Ackerknecht, la "fuerza medicatriz de la Naturaleza" actúando sobre las propiedades vitales a lo Bichat, con una mezcla de ingenuidades tan viejas como actuales en ese momento. Este tipo de obra, que se tradujo al castellano, fue desbancada rápidamente por otras terapéuticas como la del defensor del concepto de lesión, Barbier d'Amiens (1776-1855), que también se tradujo al castellano.
En los prolegómenos de la obra Alibert expone lo que podríamos llamar "principios de terapéutica general". El punto de partida lo resume así:
"[Hay una ley] que rige en el cuerpo humano esta reunión de sistemas, que por su estructura, su armonía, su recíproca dependencia y noble comercio de sus funciones concurren a formar el más bello edificio viviente de la naturaleza, por esta ley cada órgano se mantiene con sus atributos, sus sensaciones, sus necesidades y sus simpatías... que es el punto de vista de donde el médico debe partir... La alteración de las fuerzas vitales constitye los géneros, y especies de las enfermedades, cuyas diferencias consisten esencialmente en el grado, naturaleza y sitio de la alteración; su excitación llevada a un cierto punto, y sostenida por algún tiempo produce las crisis y las soluciones de las enfermedades, y constituye las fuerzas curativas del médico". Con arreglo a esto el fin de la terapéutica es para Alibert dirigir y arreglar convenientemente los esfuerzos saludables de las facultades vitales, teniendo en cuenta los siguientes factores: las causas de enfermedad, la localización de las partes afectadas (considerando a los órganos según su estructura, situación, propiedades vitales, funciones, conexiones, correspondencias, simpatías, etc.), el momento oportuno de la administración de remedios, el temperamento, el conocimiento de los efectos de la costumbre sobre el cuerpo humano, la edad, el sexo y psicología del enfermo, su régimen de vida, etc.
Con Alibert se vislumbra el nuevo sistema de Bichat, comienzo de una serie de transformaciones de tipo ideológico. El animismo cambia por el vitalismo cuya menor expresión son las proiedades vitales. Los medicamentos para Bichat debían obrar sobre las propiedades vitales alteradas, proclamando el dinamismo terapéutico, la supremacía de las fuerzas y de las calidades. Alibert estudió la potencia virtual de los remedios con arreglo a estas teorías y así afirmó que unos dirigen su acción a las funciones asimilatrices, otros a las de reproducción y otros a las de conservación.
Afirmando que la terapéutica es inseparable de la fisiología y de la patología opina que la clasificación de los medicamentos no se puede hacer por los sistemas adoptados por las ciencias auxiliares como la química o la botánica, y lo hace por aparatos. No obstante, vuelve a hacerse sistemático en las subclasificaciones recurriendo a las antiguas divisiones de los remedios en vegetales, animales y minerales, a la vez que comete algunos desaciertos en capítulos concretos como el dedicado al sistema dérmico.
En el volumen primero se ocupa de los medicamentos que actúan sobre el sistema digestivo: de los que obran sobre la contractibilidad insensible del estómago e intestinos, de los que lo hacen sobre la contractibilidad sensible de las vías digestivas, de los que combaten las alteraciones de las fuerzas vitales que resultan de la presencia de lombrices o sustancias venenosas, y de los que obran con especificidad sobre los intestinos gruesos.
En el segundo se refiere a los medicamentos que obran de modo indirecto y directo sobre el sistema urinario, de los que actúan sobre el respiratorio para desembarazarlo de las materias en exceso que lo sobrecargan, para mejorar la respiración, para cuando hay asfixia y para moderar el exceso de "calor animal", además de señalar que se dirigen a modificar las propiedades vitales de la circulación venosa y arterial. Sigue el estudio de los medicamentos que actúan sobre el sistema dérmico.
En el volumen tercero y último, describe los medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso, sobre los órganos de los sentidos y los de la generación, y finaliza con una extensa exposición sobre el arte de recetar que contiene un recetario.
Alibert fue Asociado de la Academia Real de Madrid, de la de Ciencias de Turín, de la Sociedad de Ciencias de Gotinga, del Colegio real de Estocolmo, entre otros. Estuvo casado con Constance-Marie Barrois.
Murió en París el 4 de noviembre de 1837.
Texto
"La terapéutica es inseparable en la Fisiología y Patología; es la verdadera medicina de aplicación, y no tiene otros apoyos que las observaciones clínicas. En consecuencia no podría clasificar los medicamentos de que hace uso según los métodos o sistemas adoptados por otras ciencias accesorias, tales como la Química, la Botánica, la Mineralogía, la Zoología, &c. porque estas no constituyen la ciencia de que tratamos, y solamente proporcionan los materiales de que ella se aprovecha según los principios que le son propios y peculiares.XXIII
Uno de los grandes vicios de la Terapéutica actual es el de abusar de los medicamentos y el de acostumbrar la naturaleza a la inacción. La credulidad del hombre en esta ciencia le es muy funesta. Sin embargo, las virtudes atribuidas a ciertas substancias no han tenido otro fundamento que algunas aserciones casuales, desmentidas casi siempre con hechos ulteriores y exactas observaciones. Además las causas morbíficas que atacan al cuerpo humano no tienen una energía absoluta, y sí solo relativa, proporción que se debe guardar con los medios que se usan para combatirlas; y así es que más bien se consiguen las curas por la elección de método que por la del remedio
XXIV
Galeno dijo que el médico debía ser filósofo, pero que la verdadera filosofía era su propia experiencia. En los innumerables ensayos que he hecho en el hospital de San Luis para comprobar las virtudes de ciertos remedios en presencia de un gran concurso de discípulos, he tenido ocasión de convencerme que nada es más acertado como la investigación y la duda en una materia que interesa tan de cerca de la vida de los hombres. Cuando se hace uso de la razón es necesario despreciar multitud de errores que desde muchos siglos se han arrogado una dominación tiránica y que han entregado la más útil de las ciencias a las ridículas contestaciones de habladores y charlatanes.
XXV
El lenguaje claro y preciso es la señal más infalible de los progresos que hacen los conocimientos humanos. Yo he hecho los mayores esfuerzos para desterrar de la Terapéutica un millón de expresiones bárbaras que sólo sirven de baluarte a la ignorancia. He seguido el método riguroso y arreglado de la nálisis; la meditación se fecundiza cuando no se aparta de los métodos, y las verdades bien ordenadas penetran mejor los talentos claros".
[Nuevos elementos de Terapéutica y de Materia médica, seguidos de un nuevo ensayo sobre el Arte de Formular… traducidos al español por José María Durán, Madrid, Imprenta de Don Tomás Alban, 1806, vol. 1, Prolegómenos que sirven de introducción al estudio de la Therpéutica y de la materia médica.pp. xxxiii-xxxvi]
José L. Fresquet. Profesor titular. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación (Universidad de Valencia - CSIC). Abril de 2008.
Bibliografía
—Ackerknecht, E.H., Medicine at the Paris Hospital (1794-1848), Baltimore, The John Hopkins Press, 1967.
—Ackerknecht, E.H., Therapie von den Primitiven bis zum 20. Jahrhundert, Stuttgart, Enke, 1970.
—Bateman, T., Biographical Memoir of the Late Dr. Willan, Edin. Med. J., 1812; 8: 502-513.
—Beeson, B.B., Alibert, Arch. Derm Syph, 1932; 26: 1086-1039.
—Fresquet Febrer, J.L., La farmacoterapia en la España del siglo XIX, Valencia, Tesis, 1985.
—Goodman, H., Notable Contributors to the knowledge of Dermatology, New York, Medical Lay Press, 1953.
—Huguet, F. Les professeurs de la Faculté de médecine de Paris. Dictionnaire biographique 1794-1939, Paris, Institut National de echerche Pédagogique - Éditions du CNRS, 1991.
—Laín Entralgo, P., Historia de la Medicina moderna y contemporánea, Barcelona, Científico-médica, 1963.
—Laín Entralgo, P. Historia de la medicina, Barcelona, Salvat, 1978.
—López Piñero, J.M., Patología y clínica en el Romanticismo, En: Pedro Laín (dir), Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, 1973, vol. 5, pp. 255-267.
—Parish, L.Ch., La dermatología, En: Pedro Laín (dir), Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, 1974, vol.5, pp. 284-293.
—Parish, L.Ch., La dermatología, En: Pedro Laín (dir), Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, 1974, vol.6, pp. 251-257.
—Wallach, D., Jean-Louis Alibert (1768-1837), Clinical and Experimental Dermatology, 2000; 25: 90-93.
[Imágenes procedentes de la Biblioteca Vicente Peset. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación (CSIC-Universitat de València)