Joseph François Félix Babinski (1852-1932)
Situamos a Babinski en la escuela francesa de neurología y como uno de los discípulos predilectos de Charcot. Aparte de su breve y concisa descripción del signo que lleva su nombre, aportó una serie de innovaciones al campo de la semiología de las enfermedades del sistema nervioso, siendo el denominador común la búsqueda de la objetividad. No menos interés mostró en los síntomas subjetivos, frente a los cuales desarrolló todo tipo de prevenciones y precauciones a la hora de conducir la anamnesis de sus enfermos.
Babinski era hijo de un ingeniero polaco que se instaló en París en 1848 como refugiado político huyendo de la ocupación y represión rusa. Se instaló en Montparnasse.
Estudió medicina en París. Según algunas fuentes se graduó en 1884. Su tesis llevaba por título Étude anatomique et clinique sur la sclérose en plaques (1885) Durante su carrera mostró predilección por Charcot, de quien llegó a ser uno de sus discípulos preferidos; también recibió la influencia de Legrand du Saulle, de Vulpian, Cornil y Ranvier. Fue médico de los hospitales en 1890. Parece que era poco locuaz en sus consultas, pero fue un observador excepcional y de una lógica aplastante. Trabajó en la Salpêtrière con Charcot. Fue jefe clínico en el hospital de la Pitié en 1890 (otras fuentes señalan desde 1895), donde ejerció hasta su jubilación en 1922.
Babinnski quiso dedicarse a la enseñanza universitaria, pero no pudo debido a una circunstancia que todavía hoy podemos encontrar en el mundo académico que nos rodea. En 1888 él y su colega Gilles de la Tourette no pudieron superar el examen por una manifiesta enemistad entre el presidente del jurado, Charles Bouchard, y Charcot, de quien había sido discípulo. Cerrado el camino a la docencia no quiso intentarlo otra vez, máxime cuando Broca murió y se quedó sin apoyos. Babinski fue nombrado médico del hospital La Pitié de París en 1890, y allí permaneció hasta el término de su carrera como hemos dicho. En realidad, cuando en 1913 se demolió el antiguo Pitié, se trasladó al nuevo que se levantó en el lugar que ocupa actualemente. Dedicaba las mañanas a la asistencia y a la investigación en el hospital, y las tardes a la consulta privada y a la vida social. Acudía con frecuencia a la ópera, al ballet, a reuniones gastronómicas, etc. También viajó mucho.
Antes de optar por la neurología trabajó en otros aspectos de la clínica como la fiebre tifoidea, tema sobre el que trató una de sus primeras publicaciones.
Fue el primero, en 1896, en descubrir la dorsiflexión del dedo gordo del pie como resultado de una búsqueda sistemática de signos y reflejos que pudieran diferenciar la hemiparesia histérica de la orgánica, un tipo de diagnóstico diferencial que fascinaba a los neurólogos de fines del siglo XIX. Fue en una reunión de la Société de Biologie que se celebró el 22 de febrero de 1896, donde comunicó el fenómeno observado. Parece que el alemán E. Remak ya se había dado cuenta de este reflejo tres años antes, pero no supo darle significado clínico o semiológico. Sugirió Babinki su posible relación con determinadas perturbaciones orgánicas del sistema nervioso. En esta comunicación no concibe la extensión del primer dedo como característica más importante del reflejo; sí que observa que todos los dedos pueden hacer un movimiento extensor. Por otra parte, compara la respuesta en los dedos en el lado afectado con la respuesta contralateral en pacientes con hemiplejía; utiliza el pie sano como control. Tampoco queda claro en este escrito si estimula la planta del pie una o varias veces punzando, o arrastrando la aguja a lo largo de la planta. Observa, además, que todos los enfermos tienen debilidad en la extremidad donde aparece la extensión y que los enfermos con paraplejía o paraparesia presentan la extensión en ambos pies tras la estimulación.
En el segundo artículo sobre el tema (1898) proporciona importancia al hecho de la extensión del dedo gordo. Siguiendo sus investigaciones, analiza el fenómeno en varias situaciones clínicas. No encuentra el signo en pacientes con debilidad histérica. Afirma que el signo puede estar ausente en enfermos afectados de hemiplejía o paraplejía con reflejos miotáticos disminuidos, normales o ausentes. Entre los casos que estudia hay uno con tabes que presentaba ausencia de reflejos miotáticos y lesión cerebral aguda. Babinski advierte que el grado de debilidad del reflejo no está en relación directa a la intensidad de la parálisis.
El tercer y último artículo de Babinski sobre el reflejo que lleva su nombre es breve (1903). Entre otras cosas señala que se puede observar en pacientes con una “alteración del sistema piramidal, en pacientes con parálisis espástica congénita y… en recién nacidos en quienes el sistema piramidal no se ha desarrollado completamente. En términos filogenéticos la respuesta extensora representa una regresión a una etapa muy temprana del desarrollo, cuando la locomoción no está presente. También hace referencia a un caso de paraplejía crural debida a trauma, lo que motivó una evaluación médico-legal. Los especialistas que examinaron el caso pensaron que se trataba de un caso compatible con histeria o enfermedad fingida, ya que los signos objetivos clásicos de alteración del sistema nervioso estaban ausentes. Por tanto, hoy nos referimos al “signo, reflejo o fenómeno de Babinski” como la dorsiflexión del dedo gordo del pie al estimular la planta de este último; es normal en los lactantes, pero en los demás es un signo de lesión del sistema nervioso central, particularmente en la vía piramidal.
Aunque en principio había aceptado los planteamientos de su maestro Charcot sobre la histeria, sin embargo, a la luz de sus observaciones, señaló que ésta se debía fundamentalmente a “autosugestión” , y que se podía curar mediante “heterosugestión”, por lo que propuso que esta enfermedad se designara con el término Pitiatismo (curable por sugestión o persuasión), y demostró que los signos y cuadros descritos por Charcot en la histeria se debían a la sugestión que éste ejercía sobre las enfermas, sin haberse dado cuenta de ello. Esto último fue una de las causas de lo que se llamó “El escándalo de la Sâlpetrière”.
A Babinski también se le atribuye la primera descripción del síndrome adiposo-genital en 1900. Se trata de una alteración del crecimiento con interrupción del desarrollo de los órganos sexuales y la acumulación de grasa, al que se añaden síntomas cerebrales (cefaleas), y una diabetes insípida. Se asocia el conjunto a un problema hipofisario (del eje hipotálamo-hipofisario). En 1902 con Nageotte describió el síndrome de la lesión bulbar unilateral. El “síndrome de Babinski-Nageotte” es el síndrome originado por lesiones múltiples que afectan a las vías piramidales y sensitivas medulares, al pedúnculo cerebeloso y a la formación reticular, y que se caracteriza por hemiplejía contralateral y hemianestesia (por lo general solamente al dolor y a la temperatura), hemiasinergia ipsolateral, hemiataxia y síndrome de Horner.
Babinski también contribuyó al desarrollo de la neurocirugía (particularmente en el terreno de los tumores de la médula espinal). En 1922 localizó el primer tumor espinal que fue extirpado en Francia. Poco antes de morir afirmó que su contribución no había sido el reflejo que lleva su nombre, sino el haber abierto el camino a Thierry de Martel y Clovis Vincent, fundadores de la neurocirugía francesa. En 1933 Clovis Vicent, médico de los hospitales fue nombrado jefe del servico de neurocirugía que se le había creado en la Pitié. En 1938 se creó la cátedra de esta especialidad que también ocupó él.
Babinski fue uno de los fundadores de la Sociedad de neurología de París, junto con Brissaud, Pierre Marie, Dejerine, Souques y otros. Entre sus alumnos, el más célebre fue quizás Egas Moniz, uno de los precursores de la lobotomía prefrontal. Aparte de su contribución superior al desarrollo de la neurología en Francia, Babinski también marcó la evolución de la psiquiatría y de la neuropsicología.
Compartió su vida con su hermano Henri, ingeniero de minas, y uno de los mejores gastrónomos de su época. Sus compañeros lo admiraron como científico honesto e íntegro. Trabajó para la neurología, no para su propia gloria. A diferencia de Brissaud, que unió clínica y laboratorio, Babinski es el ejemplo de un observador nato y meticuloso. Sin embargo, también cultivó la histología y la anatomía patológica. Reconoció, por ejemplo, la función del huso del músculo (mecanorreceptor), distinguió las lesiones miopáticas de las neuropáticas, reconoció las lesiones de las distrofias musculares, y llamó la atención en la forma hemipléjica de la esclerosis múltiple, clarificando la topografía de las placas.
También hablamos de “síndrome de Babinski” para referirnos a la coexistencia de transtornos cardíacos y arteriales con meningitis sifilítica crónica, tabes dorsal, demencia paralítica y otras manifestacions sifilíticas tardías.
La Oeuvre Scientifique de Babinski, que editaron sus discípulos en 1934, reúne doscientas ochenta y ocho referencias. Dos cientas cincuenta y siete llevan fecha anterior a 1918. El último texto que publicó está dedicado a la anosognomia que acompaña a algunas hemiplejías izquierdas.
Afectado por la enfermedad de Parkinson, Babinki murió el 22 diciembre de 1932.
José L. Fresquet, Universitat de València, 2004.