Vicenzo Cervello (1854-1918)

Una de las etapas más productivas de la terapéutica farmacológica fue aquella en la que comenzaron a aislarse los principios activos de los productos naturales, especialmente los de origen vegetal. La química y la farmacia jugaron aquí un papel fundamental mientras que la medicina debía explicar el porqué y el cómo actuaban estas nuevas sustancias sobre el organismo. También empezaron a ensayarse sustancias obtenidas en el laboratorio mediante reacciones químicas. Hubo errores, interpretaciones equivocadas y fracasos, pero las tres ramas de la ciencia implicadas fueron superando los escollos, se hallaron fármacos de gran utilidad y se elaboraron explicaciones científicas de los fenómenos que se estudiaban.

Científicos de varios países participaron en la tarea. En esta ocasión nos ocuparemos de un italiano, hijo de un médico profesor de la vieja materia médica y terapéutica en Palermo. Vicenzo Cervello sustituyó a su padre en la cátedra que renovó completamente conforme a los principios de la nueva farmacología experimental. No es casualidad que se formara en Estrasburgo con Oswald Schmiedeberg.

Cervello nació en Palermo el 13 de marzo de 1854. Sus padres se llamaban Nicolò Cervello y Giuseppina Cianciolo. Estudió medicina en su ciudad natal licenciándose en 1877. Influido por su padre que, como hemos dicho, era profesor de materia médica y terapéutica de la Universidad de Palermo, siguió sus pasos. Primero ocupó una plaza de asistente o ayudante [1].

Para completar su formación marchó al Instituto de Angelo Mosso (1846-1910), en Turín. Éste fue primero profesor de farmacología y después de fisiología. Creó muchos instrumentos y se dedicó, sobre todo, a la investigación fisiológica.

Cervello marchó después a lo que era la meca de la farmacología experimental en esa época: Estrasburgo. Durante tres años estuvo formándose con Oswald Schmiedeberg (1838-1921). A su regreso, en 1885, se convirtió en profesor de materia médica en la Universidad de Catania y en 1887 fue transferido, como titular de la misma enseñanza, a la Universidad de Palermo, donde creó el laboratorio de investigación farmacológica. En los cursos académicos de 1886-87 y 1888-90 también se encargó de la enseñanza de la clínica médica.

Cervello transformó la cátedra de farmacología que había ostentado su padre, en otra diferente que seguía el modelo de las enseñanzas recibidas en Estrasburgo. Aunque no se separó de la clínica –ya hemos visto que durante un periodo se encargó la enseñanza de esta disciplina–, supo introducir el trabajo experimental en el laboratorio. Hallándose en el periodo en el que muchos se dedicaban a extraer los principios activos y estudiar su acción, Cervello siguió también este camino. En los manuales de historia de la medicina se le sitúa siempre en este contexto. Cambió por completo la enseñanza y la investigación en el campo de la farmacología en Italia.

Durante la epidemia de cólera de 1887 fue nombrado director sanitario de las provincias de Mesina y Catania y obtuvo la Medaglia d’oro di benemerito della salute pubblica. Le Temps de 27 de julio de 1887 informaba de que, invitado por el ministro del interior, el profesor Cervello había partido junto con otros colegas a Catania para dirigir las medidas a tomar contra la epidemia colérica [2].

De los vegetales se ocupó de obtener el principio activo de la Adonis vernalis cuando se encontraba en el laboratorio de Schmiedeberg. Obtuvo un glucósido que llamó adonidina que probó después para averiguar sus efectos en animales de experimentación. Se centró sobre todo en su acción sobre el corazón, la tensión arterial y fibras musculares estriadas. Esta sustancia llegó a utilizarse como medicamento cardiotónico a finales del siglo XIX y principios del XX. Después su uso decayó extraordinariamente [3].

Entre los primeros trabajos llevados a cabo por Cervello se encuentran los relacionados con el estudio de la acción de diferentes sales metálicas sobre el organismo. En 1880, por ejemplo, estudió la acción fisiológica del cloruro de hierro. En la forma de percloruro lo recomendaba en las afecciones de corazón. Se absorbía en el estado de sal ferrosa o de protocloruro y se disolvía en la sangre disminuyendo el número y amplitud de las pulsaciones o contracciones cardíacas [4]. Más tarde, en 1894, Cervello y E. Barabini presentaron a la Sociedad de Ciencias naturales y económicas de Palermo la prueba experimental del aumento de la tasa de hemoglobina tras la ingestión de una sal de cobre [5] . El uso de sales de varios metales fueron probados y utilizados por Cervello sin que después otros autores llegaran a resultados concluyentes.

La introducción en terapéutica del paraldehído es uno de los hechos por el que más se menciona a Cervello en los libros de historia de la medicina. Fue sintetizado por Widenbusch en 1829 e introducido en la clínica en 1882 por sus propiedades narcóticas [6]. Se desechó la administración por vía bucal por su olor y sabor desagradable y porque producía irritación local en garganta y estómago. El 30 % de la dosis se elimina a través del aliento y la sudoración, en ambos casos con olor fétido. Fue sustituida esta vía por la rectal. Más tarde, ya en el siglo XX, se usó como anestésico por vía endovenosa, para calmar el delirium tremens y en casos de convulsiones epilépticas en niños. En la década los sesenta del siglo XX fue reemplazado por otros fármacos pertenecientes al grupo de las benzodiacepinas, como el Librium (Chlordiazepóxido).

Schmiedeberg ya había estudiado la acción narcótica de los ésteres del ácido carbámico, el paraldehído, el hidrato de amileno y el uretanoabirnedo así como los derivados de la urea. A esta línea de hipnóticos también se unió el hidrato del cloral, sintetizado anteriormente por Justus von Liebig (1803-1873) en 1832 e introducido en medicina por Oscar Liebreich (1839-1908) en 1869 [7].

El nombre de Cervello también está ligado a la lucha que inició en Palermo contra la tuberculosis, siendo una de las primeras ciudades italianas donde comenzó a erradicarse la enfermedad [8]. La lectura de algunos trabajos sobre el poder desinfectante de los vapores de formaldehído, le inspiraron aplicarlos contra la llamada peste blanca o tuberculosis. Creó un aparato, al que llamó “vaporógeno”, capaz de administrar gradual y progresivamente los vapores de formaldehído, al que se agregaron pequeñas cantidades de cloral y yodoformo para hacerlo más tolerable. La composición química así obtenida se denominó “igazol”. Le Poitou Médical recogía la memoria presentada en la Academia de Medicina de Palermo en la sesión del 29 de abril de 1899 sobre el Tratamiento de la tuberculosis pulmonar. En la misma señala que las tentativas de administrar aldehído fórmico eran infructuosas por su acción irritante. Que después de dos años de trabajo había logrado contrarrestar esta acción con una mezcla de “aire de formol” y iodo, en un nuevo producto que llama “Igazolo”, que se inhala con su invento el “vaporógeno”. Lo probó en 26 enfermos (9 mujeres y 17 hombres) internados en el Hospital de tísicos de la Guadagna. Según él, diez de estos enfermos se curaron completamente y el resto –dice– están en vías de hacerlo. El corresponsal de la revista apunta que la estadística no es correcta, sino que es la que se expone a continuación: “de 26 enfermos tratados, hay diez curados, nueve casi curados, dos mejorías notables, uno en estado estacionario, dos casos que se han agravado y 2 defunciones”. Como curados Cervello entendía los que no tenían fiebre, ni tos, ni sudoraciones nocturnas y que no expectoraban o la hacían en cantidad reducida y en los que no se hallaba el bacilo de Koch. Los pacientes presentaban buen apetito, no se detectaban alteraciones bronquiales ni pulmonares, tenían buen color y ganas de realizar sus actividades cotidianas [9].

Otros médicos, utilizando curas semejantes, no tuvieron tan buenos resultados, y se dijo que hacía falta disponer de más estadísticas. Después de haber realizado varios experimentos terapéuticos los resultados no fueron los esperados y finalmente este tratamiento fue abandonado.

Más adelante, Cervello también luchó para reconstruir el sanatorio antituberculoso que existía en Palermo. Se reinauguró el 28 de noviembre de 1909. Vino después un dispensario antituberculoso con la ayuda del Banco di Sicilia, que se inauguró en 1913 [10].

Cervello formó parte de la comisión designada por el gobierno para la revisión periódica de la farmacopea oficial del reino. También fue presidente de la Real Academia de ciencias médicas y de la Real Academia de ciencias, letras y artes de Palermo. Fue miembro del consejo provincial de salud y concejal de higiene del ayuntamiento de Palermo. En 1893 fundó la revista Archivio di farmacologia e terapeutica, de la cual también fue su director entre 1893 y 1913 [11] .

Cervello murió en Palermo el 4 de diciembre de 1918.

José L. Fresquet Febrer, Universitat de València, diciembre, 2019

 

Bibliografía

–Bibliografía

–Barié, E. (1894). Thérapeutique des maladies du coeur et de l’aorte. Paris, Octave Doin ed.

–Carpentier-Méricourt, E. (1882). Leçons de clinique thérapeutique professes a l’Hopital Saint Antoine. Paris, Octave Doin.

–Cervello, Vicenzo (1980). En: Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 24. Disponible en http://www.treccani.it/enciclopedia/vincenzo-cervello_(Dizionario-Biografico)/
Consultado el 1 de diciembre de 2019.

–Dr. Vincenzo Cervello. (1919). British Medical Journal, vol. 1, pp. 174.

–Elio, F. J. de; Jalón, P.G. de; Obrador, S. (1948). Acción del paraldehído sobre el sistema nervioso. Revista Clínica Española, vol. 30, nº 5, pp. 289-296.

–Laín Entralgo, P. (1974). Farmacología, farmacoterapia y terapéutica general. En: Laín, P. (dir). Historia universal de la Medicina. Barcelona, Salvat, vol. 6, pp. 259-267.

–Lazzaro, C. (1920). Commemoraz. del prof. V. C., in Atti della R. Acc. di scienze med. in Palermo, 1918-19, pp. XIII-XXVI; L.

–Liegeois (1901). Communications. Historique du traitement de la chlorose par les sels de cuivre. Bulletin de l’Académie de Médecine, vol. 45, pp. 492-498

–López-Muñoz F, Ucha-Udabe R, Alamo C. (2005). La historia de los barbitúricos un siglo después de su introducción clínica. Enfermedad neuropsiquiátrica y tratamiento, vol. 1, nº4, pp. 329–43

–Manfredi, L. (1929). Vincenzo cervello nel decimo anniversario della sua morte 4 Dicembre 1918: Rievocazione fatta nel sanatorio popolare Vincenzo cervello il 18 Dicembre 1928. Palermo, Arti Graf. A. Giannitrapani.


Notas

[1]. Véase la biografía: Cervello, Vicenzo (1980); Manfredi, L. (1929); Dr. Vincenzo Cervello. (1919)
[2]. Le Temps, 27 de julio de 1887, p. 2
[3]. Cervello, V. (1881)
[4]. Cervello, V. (1880). Véase también, Carpentier-Méricourt, E. (1882).
[5]. Cervello, V.; Barabini, E. (1894). Véase también Lieglois (1901)
[6]. Cervello, V. (1884)
[7]. Laín Entralgo, P. (1974), pp. 260-262; véase también Elio, F. J. de; Jalón, P.G. de; Obrador, S. (1948)
[8]. Véase la biografía: Cervello, Vicenzo (1980)
[9]. Le Poitou Médical, 1899, nº 7, pp. 154-155
[10]. Véase la biografía: Cervello, Vicenzo (1980), Manfredi, L. (1929)
[11]. Véase la biografía: Cervello, Vicenzo (1980)