Hans Horst Meyer (1853-1939)

 

Habitualmente se sitúa la relación entre la farmacología y la ciencia natural de forma metódica a mediados del siglo XIX en Alemania. Una de las causas fue la sucesiva fundación de institutos universitarios dedicados de forma exclusiva al estudio experimental de los medicamentos. Uno de los pioneros fue Karl Gustav Mitscherlich (1805-1871), que supo unir la experimentación animal de François Magendie con la química. Su Lehrbuch der Arzneimittellehre (1837-1846) fue una obra muy difundida. La fundación del primer instituto de farmacología experimental corrió a cargo de Rudolf Buchheim (1820-1879) en Dorpart.

Hans Horst Meyer
Imagen procedente de la Universidad de Viena

Este fue el comienzo de una labor en la que coincidían, como ha señalado Laín, tres recursos metódicos. Por un lado, técnicas químicas capaces de determinar la composición de los fármacos, sus transformaciones en el interior del organismo y la eliminación de los productos residuales. Por otro, técnicas de registro que permitieran convertir en trazado la acción de un fármaco sobre el órgano o sistema en que principalmente actúa, susceptible de estudio científico. Finalmente, técnicas experimentales macro y microscópicas, mediante las cuales fuese posible la localización segura activa del agente farmacológico o tóxico estudiado. Los tres fueron un hecho a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Entre los que desarrollaron de forma espectacular la renovada disciplina científica podemos mencionar a Karl Binz (1832-1912), discípulo de Virchow y de Frerichs, que fundó el Instituto de Farmacología de Bonn, y a Oswald Schmiedeberg (1838-1921). Éste fue discípulo de Buchheim, se formó también con Ludwig en Leipzig y acabó dirigiendo uno de los Institutos de farmacología experimental más importantes del mundo: el de Estrasburgo. Dos grandes conceptos presidieron el pensamiento de Schmiedeberg: la mutua “acción molecular” entre el fármaco y los componentes idóneos de las células sobre los que actúa, y la atribución de un carácter mas bien “constitutivo”, es decir, dependiente más de la estructura total de la molécula, que sólo del resultado de la simple adición de las propiedades de cada grupo o de cada radical, a la definitiva actividad farmacológica de una sustancia química.

Los discípulos de Schmiedeberg ocuparon prácticamente la totalidad de las cátedras y los institutos de farmacología más importantes del mundo. Estrasburgo llegó a ser durante varios años la meca de la farmacología experimental. Meyer es un ejemplo.

Nació el 17 de marzo de 1853 en Insterburg (antigua Prusia oriental). Su padre Heinrich Meyer fue un conocido consejero de justicia. Se crió en un ambiente liberal. Estudió en el Gymnasium de Königsberg, donde recibió una esmerada formación en ciencias naturales, especialmente en química y botánica.

Estudió después en la Universidad de Königsberg, en la de Leipzig y en la de Berlín. Se graduó en la primera de ellas en 1877. En Leipzig estuvo con Carl Ludwig (1816-1895). La etapa clínica la realizó en Berlín con Ludwig Traube (1818-1876) y Theodor von Frerichs (1819-1885).

En 1877 obtuvo el grado de doctor con una tesis sobre el metabolismo de la urea de los pollos, en la Universidad de Königsberg con Jaffe, quien combinó la enseñanza de la química fisiológica con la farmacología. Éste le ofreció a Meyer un puesto de ayudante, pero antes debía ir a Estrasburgo a completar su formación en técnicas farmacológicas con Oswald Schmiedeberg.

Schmiedeberg pronto reconoció su talento y le hizo su ayudante y colaborador. Este periodo tuvo gran influencia en la carrera científica de Meyer. Durante esta etapa descubrió la reacción del alcanfor, cetona obtenida de Cinnamomum camphora (Lauraceae), con el ácido glucorónico. Todavía hoy se usan pomadas con esta sustancia que se aplican por vía externa. El alcanfor se absorbe rápidamente en los sitios de administración. Es hidroxilado en el hígado hasta alcanzar metabolitos hidroxialcanforados, los cuales se conjugan con el ácido glucorónico y se excretan por la orina. El alcanfor actúa como un rubefaciente y analgésico suave, se emplea en forma de linimentos como controlador de la irritación en las fibrositis, neuralgia y condiciones similares. Meyer también investigó la alcalosis en la respiración, la acción de los fosfuros y el hierro, así como los alcaloides del jaborandi, entre los que se encuentra la pilocarpina.

Durante esta etapa conoció y se relacionó con otros farmacólogos destacados como W. von Schröder, E. Harnack, V. Cervello, A.R. Cushny y F. Williams. Meyer obtuvo la venia legendi en Estrasburgo, pero su trabajo se vio interrumpido en 1881 cuando fue llamado para suceder a Rudolf Boehm (1844-1926) en la cátedra de farmacología de Dorpart, la única universidad alemana en el Imperio Ruso. Por entonces en la misma Universidad se encontraban el fisiólogo Alexander Schmidt (1831-1894); Gustav B.. von Bunge (1844-1920), el químico Draggendorf, y el físico Arthur von Oettingen (1836-1920). Allí investigó la acción y efectos del bismuto y de los venenos de aluminio y arsénico, así como la acidosis.

De nuevo en 1884 fue llamado para suceder a Boehm, esta vez en Marburgo. En esta Universidad permaneció por espacio de veinte años. Fue aquí donde planteó investigaciones sobre varios problemas de farmacología y terapéutica experimentales. Tuvo la colaboración de varios estudiantes tanto del país como del extranjero, entre los que se mencionan Sohieranski, Eugen Rost, Otto Loewi, Walter Fletcher, C. A. Herter, F. Ransom, V. E. Henderson, J. T. Halsey, W. Hausmann, Fr. Baum, y F. Peters. Estudió la influencia de los diuréticos en la función renal, el papel desempeñado por la reabsorción tubular y el excepcional descubrimiento de la liposolubilidad para la acción de los narcóticos. En 1899 presentó en la Sociedad para el avance de las Ciencias de Marburgo la conferencia Eine Theorie der Alkoholnarkose. Estudió a fondo las acciones y efectos del alhohol. Señala que en algunas tribus se utilizaba el alcohol, por ejemplo, el vino de palma, para producir una especie de anestesia. Se perdía la conciencia, pero no era posible determinar con seguridad la duración del estadio inicial (de excitación) ni la del estadio de narcosis. A estas desventajas había que añadir, además, sus ulteriores consecuencias. La ingestión de grandes dosis de alcohol producen, según Meyer, un embotamiento y la parálisis completa de las actividades cerebrales: “se esfuma la conciencia, desaparecen los reflejos cerebrales, se perturba la función del centro termorregulador extinguiéndose también finalmente la actividad medular y la excitabilidad del centro respiratorio del bulbo raquídeo en los casos en que la dosis fue suficiente para provocar la muerte”.

Meyer fue el creador de la teoría de la narcosis. Según él ésta se apoya en una serie de leyes demostradas experimentalmente: (a) Todas las sustancias, aun las de propiedades diferentes, que poseen la facultad de disolverse en las grasas y los lípidos deben producir narcosis de los protoplasmas con los que se pone en relación; (b) Estos efectos narcóticos deben producirse sobre todo en aquellas células en las que las sustancias lipoides predominan en su composición química y representan el sustrato principal de la función de dichos elementos celulares, circunstancias que se dan en primer término en las células nerviosas; (c) La intensidad de las propiedades narcóticas de estas sustancias debe depender de su afinidad química respecto de los lipoides celulares, por una parte y de las restantes partes constituyentes del protoplasma, como el agua, por otra, según su “coeficiente de repartición”, que determina su distribución relativa en una mezcla de agua y cuerpos de naturaleza lipoídica. Por tanto, para Meyer, la solubilidad en los lípidos es una condición esencial de las propiedades narcóticas.

En Marburgo también estudió las toxinas diftérica y tetánica. Respecto a esta última descubrió que se extendía desde los nervios motores a la médula espinal. Investigó además los procesos de oxidación-reducción bajo la influencia del azul de metileno, el efecto de los alcaloides del género Corydalis sobre el sistema nervioso central, así como la acción de la saponina sobre el colesterol de los eritrocitos.

En 1904 la Universidad de Viena decidió crear un Departamento de Farmacología experimental y pidió a Meyer que ocupara la cátedra. Igual que sucediera con otros Institutos de farmacología, éste también atrajo a estudiantes del todo el mundo. Entre otros podemos citar a Alfred Froehlich (1871-1953), Wilhelm Friedrich Wiechowski (1873-1928), Carl Ferdinand Cori (1896-1984) y E. Knaffi-Lenz. Entre los extranjeros: N. Bruce, George H. Whipple (1878-1978), Henry G. Barbour (1923-1932), y Corneille J.F. Heymans (1892-1968), entre otros.

En el Laboratorio de Meyer se estudiaron varios asuntos y problemas. Por ejemplo, Meyer reconoció el significado de las teorías de Langley de las funciones del sistema nervioso vegetativo para explicar el modo de acción de los agentes farmacológicos y crear los primeros experimentos comparativos sobre los efectos de los distintos derivados de adrenalina. También descubrió con sus colaboradores el efecto antiflogístico de los anestésicos locales; la prueba experimental de la acción antiflogística de las sales de calcio, debido a que reducen la permeabilidad capilar; la demostración del control central de la temperatura del cuerpo mediante la aplicación de calor o frío en el cuerpo estriado; la investigación de la transmisión del dolor desde los vasos a través del sistema nervioso simpático; la potenciación del efecto de la adrenalina por la cocaína. Asimismo, se ocupó de estudiar la inervación de los músculos estriados, la relajación del espasmo bronquial por la adrenalina, la investigación del papel del hígado como un reservorio para la regulación del volumen de sangre, etc.

En colaboración con su amigo R. Gottlieb, de Heidelberg, publicó su libro Experimentelle Pharmakologie, con dedicatoria a Naunyn y Schmiedeberg. Aparecieron nueve ediciones que se iban poniendo al día, y se dice que es el primer texto en el que la farmacología aparece como una ciencia biológica y que se relaciona con la terapéutica racional:

Die experimentelle Pharmakologie im weitesten Sinne behandelt die Reaktionen lebender Organismen gegenüber chemischen Agentien oder, was dasselbe sagt, das Verhalten der Organismen unter chemisch geänderten Lebensbedingungen: die Pharmakologie ist ein Teil der Biologie

“La farmacología experimental en su sentido más amplio se ocupa de las reacciones de los organismos vivos ante los agentes químicos, o lo que es lo mismo, del comportamiento de que observan los seres vivos bajo condiciones vitales modificadas químicamente: la farmacología es una pate de la biología”.

Con su obra Meyer demostró la importancia que tenía el estudio de la farmacología en la enseñanza clínica y en la práctica médica. Creía que la terapéutica debía basarse exclusivamente en la experimentación, pero que debía de establecerse una intensa relación entre ésta y la clínica. En este sentido Meyer tuvo un brillante ejemplo en su viejo amigo y profesor de clínica, Bernhard Naunyn. Éste junto con el patólogo Klebs y el farmacólogo Schmiedeberg, fundaron el Archiv für experimentelle Pathologie und Pharmakologie que sirvió de modelo a revistas similares en otros idiomas.

La fuerte relación de la farmacología con la clínica la llevaron a cabo Meyer y el cardiólogo R. Kaufmann cuando finalizada la guerra, crearon la “Herzstation” en Viena. Allí, los resultados del trabajo experimental se aplicaban a los enfermos con el fin de crear una terapéutica racional. Por otro lado, Meyer también fue uno de los creadores de una Oficina para el control de los medicamentos con el fin de prevenir la distribución de drogas inadecuadas y de promover la producción de agentes terapéuticos racionales. Dirigió esta oficina hasta poco antes de su muerte. Sirvió como modelo a las que se constituyeron en otros países.

Portada

Su Experimentelle Pharmakologie se tradujo a otros idiomas, entre ellos al inglés y al castellano. Aquí la tradujo J. Planelles Ripoll, del Laboratorio de terapéutica de la Facultad Central, asistente del prof. Straub. Fue publicada por la Editorial Saturnino Calleja en 1924 con el título La Farmacología experimental como base del tratamiento médico. Tratado para uso de médicos y estudiantes.

El contacto con sus discípulos y colaboradores no se redujo a las facetas más científicas sino que abarcó otros campos como la literatura y la filosofía. Apreció también las “buenas cosas de la vida” y tuvo un gran sentido del humor. Fue nombrado miembro de varias asociaciones científicas. Recibió nombramientos honoríficos de las universidades de Viena, Koenigsberg, Marburgo, St. Andrews y Edimburgo. Murió en Viena el 6 de octubre de 1939.

José L. Fresquet. Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia (Universidad de Valencia - CSIC). Mayo de 2009.

Bibliografía

—Baehr, G., In memoriam, Hans Horst Meyer, Bull N Y Acad Med. 1940 April; 16(4): 260–261.
—Hans Horst Meyer, En: Institut für Experimentelle und Klinische Pharmakologie, Geschichte (http://www.medunigraz.at/pharmakologie/history.html). Consultado en abril de 2009.
—Laín Entralgo, P., Farmacología, farmacoterapia y terapéutica general, En: Pedro Laín (dir.), Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, vol., 6, pp. 259-267.
—Lipnick, R.L., Charles Ernest Overton: Narcosis Studies and a Contribution to General Pharmacology. Trends Pharmacol. Sci., 1985; 7: 161-164.
—Meyer, H.H. Autobiographie. Med. d. Gegenwart (Grote), Leipz., 1923, ii, 139-158, port.
— Meyer, H.H., Oswald Schmiedeberg, Arch. exp. Path. un Pharmak, 1922, 92: II-XVII.
—Pick, E.P., Hans Horst Meyer (1853-1939), J Pharmacol Exp Ther.1941; 71: 301-304.
—Prof. Hans Horst Meyer. Obituary, Nature; 1939; 144, 968.