Howard Taylor Ricketts (1871-1910)
Howard Tylor nació en Findlay el 9 de febrero de 1871. Era hijo de un comerciante de granos metodista de la ciudad de Ohio y pasó su infancia en una granja situada en las cercanías de Findlay. Comenzó los estudios de medicina en la Northwestern University, Evanston, Chicago. Allí conoció a la que después fue su esposa, Myra Tubos.
Sus estudios se vieron amenazados por los reveses financieros que sufrió la familia durante la crisis económica de 1893. Se vio obligado a trabajar en un servicio de distribución de noticias, a enseñar zoología y a cantar en un coro de una iglesia, para obtener el suficiente dinero y poder seguir matriculándose en la Universidad de Chicago. Más tarde, para mantenerse trabajó como ayudante de anatomía, como enfermero y como asistente médico en una escuela para pilotos de planeadores.
Se graduó en 1897 y al año siguiente fue nombrado asistente del Rush Medical Collage en la disciplina de dermatología. Fascinado por la microbiología a menudo se inyectaba a sí mismo para medir los efectos con el peligro que ello entrañaba. Comenzó a estudiar la enfermedad de Gilchrist o blastomicosis, micosis pulmonar sistémica originada por el hongo Blastomyces dermatitidis.
Con el fin de ampliar sus estudios, se trasladó con su esposa en 1900 a Inglaterra. Después pasó varios meses en Berlín para estudiar patología, donde nació su primer hijo. Mientras estaba en Viena recibió una oferta de trabajo del Department of Pathology and Bacteriology de la Universidad de Chicago. Antes de aceptar estuvo varios meses en el Instituto Pasteur, de París. Regresó a su tierra en 1903 donde fue nombrado profesor asociado de patología. Durante esta etapa siguió estudiando la blastomicosis e interesándose por la inmunología. Publicó los resultados con el título Infection, Immunity and Serum Therapy (1906).
En abril de 1906 viajó a Biterroot Valley para estudiar la fiebre maculosa o manchada de las montañas Rocosas por iniciativa del McCormick Memorial Institute, el estado de Montana, la Universidad, y la American Medical Association. Esta enfermedad se manifestaba con cierta frecuencia en la zona noroeste de los Estados Unidos. Sus hallazgos le valieron el respeto en la comunidad científica. Levantó su tienda en los terrenos del hospital Great Northern, en el estado de Montana, y planificó una serie de experimentos. Pasó cuatro años alternando su laboratorio y el trabajo de campo. Al segundo año comenzaron a recoger frutos. Con su ayudante J. Moore logró reproducir experimentalmente la enfermedad en monos y cobayas y demostrar su transmisión por la picadura de una garrapata, la garrapata del Pacífico o Dermacentor occidentalis. También probó la inmunidad que adquería el animal después de un ataque y que la infección en artrópodos se transmitía transováricamente a su progenie.
Los experimentos incluían producir la enfermedad mediante inoculación de tejido de ganglios linfáticos, médula ósea, hígado, testículos, cerebro, riñón, y sangre de animales infectados. Como el suero filtrado no producía la enfermedad supuso que no se trataba de un virus filtrable.
De regreso a Chicago propuso luchar contra las garrapatas y preparó una vacuna cuya eficacia demostró en animales de investigación. En 1909 anunció el descubrimiento de dos diminutos cuerpos de aspecto lanceolado que, según él, eran los causantes de la enfermedad.
Hoy sabemos que la Fiebre Manchada de la Montañas Rocosas (RMSF) es una infección causada por la picadura de garrapatas infectadas. Afecta anualmente de unas 250 a unas 1.200 personas en Estados Unidos especialmente desde el mes de abril hasta octubre; puede darse en cualquier época del año cuando el clima es caluroso. Los estados del Atlántico medio y del sudeste son los más afectados. La enfermedad se transmite a los humanos por el contacto con la garrapata, y no se transmite de persona a persona.
Como las subvenciones tardaban en llegar a su destino Rickett marchó a México para estudiar el tabardillo o tifus epidémico, enfermedad en la que veía cierta similitud con la fiebre manchada. Llegó ésta a Nueva España con los conquistadores y contribuyó a la mortalidad a través de diversas epidemias; una de las más importantes fue la que se inició en 1576 y acabó con la vida de decenas de miles de indígenas. En el siglo XX todavía se daban brotes en la zona del altiplano central del país. Ricketts se instaló en el Instituto Bacteriológico Nacional y en el Hospital General. Con su asistente Russell Wilder anunció el descubrimiento del microorganismo causal en los piojos (Pediculus corporis) y sangre de los enfermos. Sin embargo, no pudieron nunca cultivar el bacilo a pesar de tenerlo identificado. Ricketts y Wilder observaron bacilos teñidos con giemsa en la sangre de los pacientes a los doce días de la enfermedad, con lo que aportaban una prueba directa para establecer el origen bacteriano de la enfermedad a diferencia de lo que propuso Nicolle quien defendía una causa viral a consecuencia de la filtrabilidad del agente patógeno.
Casi a la vez, el austriaco Stanislaus von Prowazek, que dirigía el Instituto de Enfermedades Tropicales de Hamburgo, fue comisionado para el estudio del tifus exantemático en Belgrado y Constantinopla. Confirmó los hallazgos de Ricketts respecto al vector y también pudo observar el agente causante. Como Rickkets también se infectó y falleció en 1915. Un año más tarde el brasileño Henrique de Rocha-Lima aisló en el mismo Instituto el agente causante del tifus transmitido por el piojo y denominó a la bacteria Rickettsia prowazekii en homenaje a los dos fallecidos. Más tarde en México Hermann Mooser estableció la diferencia entre el tifus exantemático y el tifus murino, producido por el R. typhi (mooseri) y transmitido por la pulga de la rata.
Poco después fallecía por esta misma enfermedad en el Hospital Americano de México a consecuencia, quizás, de la picadura de un insecto infectado; fue el 3 de mayo de 1910. El entonces presidente de México Porfirio Díaz ordenó tres días de duelo y que los estudiantes y profesores de la Facultad de Medicina le rindieran honores. Se erigió un monumento en el Instituto Bacteriológico Nacional y se publicó una obra que contenía cinco trabajos de Ricketts.
La Universidad de Pensilvania también homenajeó al que iba a convertirse en su catedrático de patología, a no ser por su fallecimiento. Por su parte, la Universidad de Chicago bautizó el laboratorio con su nombre y estableció el premio Ricketts en su honor.
El tifus es, pues, una enfermedad causada por uno de dos organismos, R. prowazekii (tifus epidémico y enfermedad de Brill) y R. typhi (tifus murino o endémico). El tifus murino se presenta en los estados del sudeste y del sur de Estados Unidos; se presentan menos de 100 casos por año y es una forma más leve de tifus que rara vez es mortal (menos del 2%). Se ve con frecuencia en el verano y el otoño y por lo general dura de dos a tres semanas. Entre los factores de riesgo para el tifus murino se puede mencionar la exposición a pulgas o heces de rata o la exposición a animales como gatos, zarigüeyas, mapaches, mofetas y ratas.
El tifus epidémico se presenta por malas condiciones de higiene, generalmente cuando la temperatura es fría y lo propagan los piojos. La enfermedad de Brill-Zinsser es una forma leve de tifus, causada por la reactivación de la enfermedad, después de un período prolongado de latencia, en el cuerpo de alguien infectado con anterioridad y es más común en los ancianos.
Las Rickettsias son un grupo e microorganismos bacteriformes endoparásitos de artrópodos, piojos especialmente, algunos de ellos patógenos, que se cultivan en dificultad en medios artificiales. Las principales especies son la R. burnetii, que causa la fiebre Q; la R. rickettsii, que causa la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas; la R. prowazekii mooseri, que causa el tifus murino; la R. prowazekii prowazekii del intestino de piojos que han picado enfermos de tifus; la R. quintana del intestino de piojos alimentados con sangre de enfermos de fiebre de las trincheras; la R. coroni, especie que produce la fiebre exantemática mediterránea; la R. akari, que causa la viruela rickettsial, etc.
José L. Fresquet. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación (Universidad de Valencia-CSIC). Octubre, 2004.
Bibliografía
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—Medina de la Garza, C.E. Howard Taylor Ricketts y el tifo epidémico en México. Medicina Universitaria, 1999: 1 (3), 149-152.
—Ruíz Castaneda, M. A la memoria de Howard Taylor Ricketts. Gaceta Médica Mexicana 1972; 104: 257-63.
—Weiss, E.; Strauss, B.S. The life and career of Howard Taylor Ricketts. Rev Infect. Dis 1991: 13, 1241-42.